En el marco del Festival Güilo Mentiras, el Cinematógrafo del Centro Municipal de Artes se convirtió en un espacio íntimo, atento y profundamente curioso. Estudiantes de cine, fotografía, artes visuales y público participaron en el conversatorio “Conversaciones con un cinefotógrafo”, guiado por Toni Khun, figura fundamental del cine independiente mexicano y uno de los cinefotógrafos más influyentes de su generación.
Sentado frente a los asistentes, con sencillez total y una serenidad que solo da la experiencia, Khun abrió un diálogo que se volvió reflexión, memoria, lección técnica y ejercicio humanista en torno a lo que significa mirar, capturar y narrar a través de la luz.
La visita de Toni Khun a Mazatlán —y su charla cercana con los jóvenes del CMA— tiene un profundo valor pedagógico y simbólico: Acerca a los estudiantes a una figura histórica del cine independiente, les permite escuchar de primera mano técnicas, conceptos y reflexiones construidas a lo largo de 60 años.
Les inspira a mirar su entorno con sensibilidad y rigor, además refuerza la importancia de la comunidad, la colaboración y la ética visual
Conversatorios como este fortalecen la formación artística en Mazatlán y permiten que el Instituto de Cultura siga generando puentes entre la experiencia profesional y el talento emergente.
“Conversaciones con un cinefotógrafo” no fue una clase magistral, sino un acto de transmisión humana. Toni Khun habló de cine, sí, pero también de vida, de la luz como lenguaje, del trabajo colectivo, del amor por la imagen y de la capacidad de maravillarse, incluso después de tantos años mirando el mundo a través de una cámara.
Cine, comunidad y tequio, la esencia del trabajo en equipo
Uno de los momentos más profundos del conversatorio fue cuando Khun habló del cine como una forma de tequio: trabajo comunitario, colaboración, responsabilidad compartida.
“El cine, así como el tequio, es trabajo en equipo”, expresó.
Con esta analogía explicó la importancia del compromiso colectivo detrás de cada película, donde cada área aporta para construir un universo visual que trasciende.
Para los estudiantes presentes, escuchar esta perspectiva significó entender el oficio más allá de la técnica, como una práctica ética, social y profundamente humana.
La experiencia sensorial de Mazatlán
Aunque Toni Khun ha viajado por todos los continentes, reveló que su vivencia más fuerte en Mazatlán no ha sido visual, sino táctil. Compartió cómo la noche previa acompañó a José a liberar 100 tortuguitas en la playa, un acto que lo marcó profundamente:
“Fue una sensación… no he dejado de pensar en ese animalito que solté, que tiene muy pocas posibilidades de sobrevivir.”
Para él, esa tortuguita representa la belleza e incertidumbre de la vida misma.
Mazatlán, dijo, lo ha sorprendido no solo por sus atmósferas, sino por su gente: cálida, encantadora y abierta.
Mazatlán se nutre con la presencia de creadores así, que vienen a sembrar inspiración en quienes comienzan su propio camino cinematográfico.
La trayectoria de un maestro que forjó el cine independiente mexicano
Toni Khun posee una carrera que abarca más de cinco décadas dedicadas a la cinefotografía y a la exploración de la imagen como un modo de revelar lo invisible. Ha trabajado en numerosos proyectos internacionales y experimentales, y formó parte central de la generación que, en los años 60, contribuyó al surgimiento de un cine independiente mexicano más arriesgado, personal y estilísticamente libre.
Durante su trayectoria ha colaborado en producciones tan diversas como The Vanishing (1988), Return to Aztlán (1991), Like a Bride (1997), Angel of Fire, y Mujeres Insumisas (1995). Estas obras muestran su versatilidad técnica, su sensibilidad para construir atmósferas y su capacidad para adaptarse a narrativas muy distintas, convirtiéndolo en un referente para varias generaciones de cineastas, en el 2018 recibió el Ariel de oro en reconocimiento a su trayectoria.
Khun compartió que, aunque no se considera productor, participó como tal en una película realizada para la televisión suiza sobre los movimientos del 68, la única ocasión en que asumió ese rol. Su campo natural siempre ha sido la fotografía cinematográfica, desde donde ha construido una visión poética y rigurosa del encuadre, la luz y la atmósfera.
“Tengo alumnos chingonsisímos”, dijo entre risas, refiriéndose a las nuevas generaciones de cineastas que están superando a la vieja guardia. Para él, ver a sus exalumnos ganar festivales internacionales es “un trancazo fuerte y un triunfo total”, una señal clara de que el cine mexicano sigue trazando rutas sólidas.




