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Carolina Ponce Chávez, la danza como Manifiesto de Libertad

Carolina Ponce Chávez es el ejemplo vivo de que elegir una carrera artística no solo es posible, sino profundamente transformador. Recién graduada de la Licenciatura en Danza Contemporánea de la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán (EPDM), Generación XXIII, Carolina ha iniciado un camino creativo con identidad, potencia escénica y visión crítica.

Actualmente, Carolina Ponce desarrolla un proyecto interdisciplinario que cruza música, artes plásticas y danza, una apuesta arriesgada y valiente que busca generar una experiencia íntima y colectiva al mismo tiempo. A través del movimiento, el sonido, el disfraz, la improvisación y el humor crítico, la artista pretende suspender el juicio escénico y permitir que el cuerpo exista libremente. Su objetivo, como ella misma lo describe, es crear una utopía escénica.

Este proyecto no nace del azar, sino de una necesidad personal profunda, consolidar su voz como creadora escénica en un entorno que le permita conjugar lo autobiográfico, lo íntimo, lo político y lo colectivo.

La semilla de esta búsqueda se plantó en la pieza grupal “Ut0pik4’s”, desarrollada en el tercer año de su formación profesional, donde el performance le reveló su fuerza expresiva para abordar emociones complejas. Esa experiencia fue el punto de partida de su exploración multidisciplinaria.

Carolina no está sola en este trayecto. Colabora con la música de Yules Vil, egresada de la Escuela de Música del Instituto de Cultura de Mazatlán, y con el artista visual Juan Tun Naal, quienes comparten su inquietud por crear un lenguaje escénico expansivo, híbrido y honesto en un proyecto llamado “Utopía de la Vergüenza”.

A la par, Carolina Ponce se prepara para audicionar en diversos proyectos escénicos, entre ellos la Compañía de Danza Juvenil de la UNAM (DAJU), reconocida por su trabajo con coreógrafos y docentes de vanguardia. Su objetivo es continuar enriqueciendo su lenguaje corporal y madurando como intérprete, en busca de escenarios que le permitan seguir diciendo con el cuerpo lo que las palabras callan. Formar parte de una compañía de este nivel abrirá nuevas puertas hacia compañías nacionales e internacionales, un futuro que se vislumbra prometedor para una artista con una voz propia en construcción.

Creer en la juventud que cree en sí misma

Carolina Ponce Chávez nos recuerda que el arte no es una vía marginal, sino una forma legítima y necesaria de vivir y transformar el mundo. Su compromiso con la escena, su valentía para romper moldes y su capacidad de crear desde lo más profundo de su ser, son prueba de que cuando a la juventud se le confía su vocación, florece con fuerza y dignidad.

Estudiar arte no es huir de la realidad, es encararla con sensibilidad, crítica y esperanza. La historia de Carolina es un llamado a las instituciones, familias y comunidades a apostar por quienes se atreven a bailar en la vida con autenticidad.

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La Danza como memoria, identidad y creación, el camino de Isaura Torres Reyes

Isaura Torres Reyes, conocida también como Isaura Torrey, es una artista de la danza contemporánea cuya trayectoria se ha tejido entre la memoria, el duelo, la creación y la búsqueda incansable de sentido a través del movimiento.

Originaria de Aguascalientes, llegó a Mazatlán hace tres años como parte del programa de residencias de la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán (EPDM), sin saber que este puerto la acogería no solo como estudiante, sino como una creadora que empezaba a dar forma a su voz escénica.

Graduada en 2020 por la Universidad de las Artes de Aguascalientes, Isaura fue beneficiaria de la beca PECDA en 2021 en la categoría de coreografía, jóvenes creadores. Esta oportunidad le permitió materializar su primer proyecto autoral, SAUDADE, una obra de danza contemporánea que aborda con sensibilidad el tema de la muerte por suicidio. En ella, Isaura convirtió el dolor de perder a un amigo en un gesto coreográfico que refleja el duelo desde la perspectiva de quienes se quedan. “Fue una de las mejores experiencias de mi vida”, afirma, al reconocer que ese proceso le confirmó que su destino artístico estaba en la creación y dirección coreográfica.

A través de sus palabras, comprendemos que la danza contemporánea para Isaura no es solo un arte del cuerpo en movimiento, sino una herramienta para transformar experiencias personales en lenguaje escénico, para compartir lo inefable y sanar colectivamente. Su trabajo nace desde un compromiso íntimo con el arte como acto de resistencia y sanación.

En su paso por Mazatlán, Isaura encontró mucho más que una escuela, descubrió un territorio fértil, un semillero de proyectos artísticos profundamente arraigados en una comunidad creativa. La EPDM, dice, fue el espacio que le permitió reconocer que detrás de los proyectos que admiraba, casi siempre había una raíz común, esta escuela. “Aquí aprendí sobre las redes que se tejen entre artistas, sobre la creación, la colaboración, la importancia de la postura política y social, y mucho sobre mí misma.”

Desde entonces, su proyecto artístico ha evolucionado y hoy lleva el nombre de De Ilirios, en referencia a esa renovación poética y resiliente de su obra. Este proyecto integra la pieza SAUDADE, dos videodanzas, seis trabajos coreográficos y un videoclip creado para la cantante Geo Blanc. Además, ya se encuentra en proceso de montaje su segunda obra, SINO, una pieza de danza teatro realizada en colaboración con el escritor Jorge Terrones y con un elenco conformado por egresados de la EPDM.

Isaura también ha iniciado una exploración híbrida entre la danza contemporánea y la danza folclórica mexicana, reflejada en el taller ITINERANTE, cartografías para la danza, un gesto de reconciliación entre los lenguajes tradicionales y los lenguajes de vanguardia.

En sus reflexiones queda claro que la EPDM no solo forma bailarines, forma artistas con identidad, pensamiento crítico y una profunda conexión con su entorno. Cada egresado que emerge de sus aulas lleva consigo una voz singular, capaz de dialogar con los tiempos que vivimos y de crear futuro desde su propio cuerpo. Isaura Torres Reyes es ejemplo vivo de ello, una artista que ha sabido transformar la ausencia en presencia escénica, el dolor en obra y la incertidumbre en camino.

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Karla Veytia, de la guitarra en la Iglesia al Teatro Instrumental Contemporáneo

Desde que tomó una guitarra por primera vez a los 10 años en el coro de una iglesia, Karla Veytia supo que la música iba a marcar su vida. Sin embargo, no imaginó que años más tarde estaría defendiendo una tesis sobre teatro instrumental, ni mucho menos que una pieza para maracas y cinta pregrabada definiría su sello artístico.

El trayecto que recorrió para llegar hasta ese punto es la historia de una convicción forjada entre escenarios locales, bares, estudios y aulas formales. Es también la historia del compromiso que exige ser músico en un país donde este camino aún requiere valentía.

“Me enamoré de la percusión en la Banda Sinfónica de la UAS. Pero cuando empecé a trabajar en eventos y bares, supe que quería saber más. Ahí nació mi necesidad de buscar una formación académica”, cuenta Karla.

El paso por el “underground” no fue casualidad ni improvisación, fue parte de ese ritual de legitimación que muchos músicos atraviesan antes de tomar la decisión crucial de ingresar a una institución formal. En su caso, el Centro Municipal de Artes de Mazatlán (CMA) del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán.

Formación con enfoque en metas y proyectos

Karla Veytia ingresó en 2021 a la Licenciatura en Música con una idea clara: crecer. “La escuela me ayudó a trabajar con metas y proyectos. El ensamble de percusiones del CMA, por ejemplo, fue clave para mantenerme enfocada”, afirma.

Estudiar música formalmente no fue para Karla una comodidad, sino una urgencia. La necesidad de comprender teoría, historia, solfeo, y tener acceso a docentes y metodologías que nutren el espíritu creativo.

Como ella misma lo expresa: “Muchos compañeros inician en la iglesia, en grupos locales, o con maestros particulares. Pero llega un momento en que necesitas otra estructura. El conocimiento también es libertad”, expresa.

La vida académica le ofreció más que conocimientos, le dio disciplina, estructura y oportunidades de explorar otras dimensiones artísticas. Uno de los momentos que transformaron su perspectiva fue cuando descubrió el teatro instrumental durante la presentación del Dr. Iván Manzanilla, en el Museo de la Música del CMA.

“Me hizo verme como artista solista, algo que nunca me había planteado. Siempre había trabajado en colectivo, en bandas, en grupos. Pero ahí encontré un espacio para expresar todas mis facetas”, recuerda.

Esa revelación se convirtió en su tesis: “Percusión Performática”, una propuesta que fusiona música, danza, teatro y artes visuales, en la línea de movimientos como el Fluxus, donde la ejecución musical trasciende la técnica para convertirse en una experiencia escénica integral. Su concierto de titulación incluyó la compleja pieza Temazcal del compositor Javier Álvarez, que exige al intérprete sincronizarse con una pista pregrabada mientras ejecuta sonidos rituales con maracas. Una experiencia sensorial, conceptual y profundamente contemporánea.

Pero Karla Veytia no ha recorrido este camino sola. Desde sus inicios ha trabajado en colectivo. En Mazatlán, se integró junto a otras artistas a una agrupación femenina de música versátil que fue ganando notoriedad en la escena local.

Keletias y Flor Amargo

Posteriormente se aventuró a crear música junto a dos compañeras y se logró la formación de “Keletias”. Tocando en bares, eventos sociales y escenarios independientes, el grupo no tardó en llamar la atención. Fue entonces cuando sucedió algo inesperado: Flor Amargo, reconocida por su talento y su estilo libre, las descubrió a través de una sesión musical en un bar solitario.

Flor, conocida por su activismo a favor de la libre expresión artística y la música callejera, las invitó personalmente a presentarse en Ciudad de México, una oportunidad que para Karla y sus compañeras significó un punto de inflexión.

“Fue una experiencia increíble porque no solo nos escuchó, sino que nos validó como artistas independientes. Esa invitación nos dio una visibilidad que no imaginamos”, relata Karla Veytia.

El reconocimiento de Flor Amargo no solo fue un espaldarazo artístico, sino también un símbolo del impacto que puede tener el trabajo colectivo cuando está sustentado por el esfuerzo, la autenticidad y la formación. Porque, aunque muchas historias de músicos se fraguan en la informalidad, es en el cruce con la educación formal donde el talento encuentra un cauce duradero y profesional.

En estos momentos Karla Veytia, “Charlette”, espera la oportunidad de participar en el Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez en la CDMX.

El relato de Karla Veytia no solo pone en valor la educación musical, sino que también invita a reflexionar sobre la vida del músico contemporáneo: un ser en constante búsqueda, que cruza lo popular y lo académico, lo intuitivo y lo técnico, lo emocional y lo performático. Su historia apenas comienza, y ya es un testimonio de por qué el arte merece un espacio serio y digno en la educación superior.

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Niños de El Quelite culminan el Taller de Verano “Mis Vacaciones en la Biblioteca” 2025

La comunidad de El Quelite celebró hoy la clausura del Taller de Verano “Mis vacaciones en la biblioteca”, un programa que enriqueció a más de 30 niños y niñas de 6 a 12 años con una semana de exploración y aprendizaje. La iniciativa culminó con una alegre sesión dedicada a la diversidad, donde los jóvenes participantes mostraron su creatividad y lo aprendido.

El evento de cierre fue un despliegue de creatividad y cultura. Los participantes llegaron ataviados con vestimentas que representaban diversas personalidades, desde deportistas y artistas hasta habitantes de zonas rurales y urbanas. Destacaron los coloridos trajes típicos de Oaxaca, que aportaron a la celebración una muestra de la rica diversidad cultural de México. Para fomentar aún más la inclusión, los niños también tuvieron la oportunidad de aprender nociones básicas del lenguaje de señas mexicano, ampliando su conocimiento y su capacidad de conexión con los demás.

Factor Sorpresa: Emociones, Creatividad y Arte

El taller, denominado “Factor Sorpresa”: Emociones y Creatividad, se llevó a cabo del lunes 14 al viernes 18 de julio. Durante esos días, los pequeños exploradores se sumergieron en un sinfín de actividades interactivas, incluyendo la elaboración de manualidades, la experimentación con la pintura, el descubrimiento de la literatura y el disfrute de la música. La semana culminó con un número sorpresa presentado por cada participante, un cierre perfecto que complementó sus disfraces.

Raquel Tirado Chávez, la entusiasta encargada de la Biblioteca Municipal de El Quelite, guio a los niños en esta aventura educativa. Su pasión y dedicación fueron clave para crear un ambiente de armonía y comprensión, facilitando que cada asistente absorbiera el conocimiento con alegría.

Los días en la biblioteca y el cobertizo de El Quelite estuvieron repletos de juegos, cantos, pintura y actividades motrices, culminando con la presentación de diversos números artísticos elegidos individualmente por cada niño.

Este programa infantil gratuito, replicado en varias bibliotecas de Mazatlán, fue posible gracias al invaluable apoyo del Gobierno de Mazatlán, el Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, el Centro Municipal de las Artes y las Bibliotecas Públicas Municipales. Estas instituciones trabajan para ofrecer espacios seguros y armoniosos, verdaderos “mares de conocimiento” listos para ser explorados por las futuras generaciones.

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“Museo Casa del Marino” a la orilla del tiempo y del mar

Hay lugares que te cuentan una historia… y hay otros que la transforman. A un costado de Playa Pinitos, donde el mar toca la tierra con fuerza ancestral, se encuentra un recinto que ha empezado a tejer una relación íntima entre los objetos del océano y la memoria de quienes lo visitan. El Museo Casa del Marino, inaugurado el 14 de octubre de 2024, no ha parado de recibir visitantes —más de 26,000 hasta ahora— y muchos de ellos salen con los ojos abiertos, pero el corazón revuelto.

Aquí no hay guías rígidos ni rutas obligatorias. El recorrido es libre, como las olas, como la imaginación. En la planta baja, una joya histórica recibe a los curiosos: un catalejo funcional de 1915, a través del cual es posible ver yates, barcos e incluso islas en el horizonte. Junto a él, un timón acompañado de su compás magnético parece invitar al visitante a tomar el control simbólico de su propia navegación.

Pero hay una pieza que detiene el aliento: una réplica a escala del Titanic, construida con un nivel de detalle que asombra tanto como la historia que representa. No es una simple maqueta, es un recordatorio de lo frágil que puede ser la seguridad humana frente al poder del mar. Algunos visitantes se quedan mirándola en silencio, como si en su reflejo recordaran algo propio, una pérdida, un viaje interrumpido, un sueño naufragado.

Este museo exhibe objetos, despierta recuerdos, emociones y preguntas existenciales. En sus salas se habla del mar, pero también de nosotros: de nuestra necesidad de orientarnos, de nuestra obsesión por explorar, de nuestra responsabilidad con la naturaleza. Una pantalla gigante convertida en pecera virtual deja ver peces dibujados por niños que cobran vida gracias a un lector QR. Es un espectáculo de color y tecnología que termina atrapando también a adultos de 30, 40 y hasta 70 años. No es un truco visual, es un reflejo de cómo todos queremos sentirnos parte de algo vivo.

En la sala ecológica, caracolas auditivas con sensores de movimiento cuentan anécdotas a quien se acerca. En el mural de ¡Grumetes en acción!, los visitantes descubren cuánto tarda en degradarse un contaminante en el océano. Frente a esa pared, muchos dejan un mensaje en un pintarrón en forma de botella, como si enviaran una carta simbólica al mar. Uno de ellos dice:

“El mar significa tanto para la humanidad, ¡cuidémoslo!”
Otro, más breve pero igual de potente, reza:
“Ya no volveré a tirar basura al mar.”

Roberto Flores, coordinador del Museo Casa del Marino expresa que a veces deben borrar esos mensajes para que otros tengan oportunidad de escribir. Pero al hacerlo, se queda con una sensación de nostalgia, como quien borra un rastro en la arena sabiendo que el oleaje no lo traerá de vuelta.

En el primer piso, una ludoteca marina, banderas náuticas, constelaciones en el techo y una gran brújula en el suelo crean un espacio envolvente. Allí se comprende que navegar no era solo cuestión de mapas, sino también de fe en las estrellas. Y de pronto, todo se conecta: el timón, la brújula, el Titanic, los peces que nadan virtualmente… cada elemento cobra sentido. Aquí se aprende no solo para saber más, sino para comprender mejor la vida propia y el mundo natural.

Y cuando el recorrido parece terminar, se abre una terraza. Frente al mar. A la izquierda, un cañón antiguo apuntando al horizonte. Un símbolo de defensa, de soberanía, de un pasado que aún retumba en la conciencia de quienes saben que la libertad se ha defendido desde estos puntos. Hoy, ese cañón ya no dispara, pero provoca respeto, preguntas, emociones. Al pie del cañón, entre familias, niños y viajeros, hay quienes se quedan en silencio mirando el agua y sienten que algo se mueve dentro de ellos.

El Museo Casa del Marino no es solo un sitio de exhibición: es una experiencia que transforma. Es un sitio para dejarse llevar, para reencontrarse con el mar… y con lo que somos frente a él, cada objeto cobra vida, las campanas y los mapas celestiales se convierten en esperanza.

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Niños de “Mar de Palabras” Zarpan Hacia Nuevas Historias en la Casa del Marino

Una mañana de alegría y profundo aprendizaje marcó el verano de 2025 para los niños y niñas del punto de lectura “Mar de Palabras”. Su visita al Museo Casa del Marino (MUMMAZ) se convirtió en una experiencia inolvidable, llenándolos de sabiduría y hermosos recuerdos.

Ángela Camacho Mayorquín y María Félix Raygoza, las dedicadas líderes y educadoras de este programa gratuito que atiende a niños del Fraccionamiento Cvive y sus alrededores, guiaron a casi dos decenas de estudiantes en su primera visita a las instalaciones del museo didáctico. Para muchos, era su primer encuentro con la riqueza histórica y marítima que alberga este recinto.

Los anfitriones del museo, Roberto Flores, Verónica Baena, Tabatha Arce y Mariana Cázares, ofrecieron un recorrido especial a este grupo de infantes de entre cinco y doce años. Con gran detalle, les mostraron las cuatro salas y brindaron explicaciones claras en cada módulo, destacando la importancia de los atractivos de la nueva Casa del Marino.

Por su parte, Ángela Camacho Mayorquín y María Félix Raygoza, con gran imaginación, cautivaron a los pequeños con dos cuentos de temática marina mazatleca. El primero, “La historia de las 3 Islas”, narró el fascinante origen de las icónicas tres islas que se erigen frente a las costas de Mazatlán, una fábula que dejó a los presentes asombrados.

El artista Gaspar Velarde, invitado especial de las educadoras culturales, también formó parte de este recorrido, aportando su carisma y conocimiento al relatar parte de la historia del puerto en los puntos temáticos del “Fuerte 31 de marzo”.

Una Conexión con la Identidad Porteña

Esta visita cultural fue fundamental para el plan educativo de la dupla Camacho-Félix. El acercamiento cultural que brindan en cada sesión busca fomentar una profunda conexión e identidad con el puerto en los niños, reforzada por todo lo aprendido durante la experiencia.

“Les estamos haciendo una presentación de nuestro puerto, estamos haciendo actividades, poemas, cuentos, leyendas y mitos de lo que es Mazatlán”, explicó Ángela Camacho.

“Esta visita es un trabajo de un gran equipo, porque para nosotros es muy importante que tuvieran la cercanía con el mar y el contacto con la naturaleza del puerto”.

Naydelín Carrillo Martínez, una niña de 10 años, compartió su entusiasmo, y mencionó que la visita fue “muy enriquecedora y divertida”. Decidida a regresar con su familia, Naydelín afirmó que el Museo Casa del Marino es un lugar que “toda familia de Mazatlán tiene que visitar”.

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El Carnaval Internacional de Mazatlán llegará en agosto al estado de San Luis Potosí

La magia, la tradición y la alegría del Carnaval Internacional de Mazatlán, llegará a San Luis Potosí el próximo 16 y 17 de agosto en la fiesta Maza Real, un evento colorido que une a los municipios de Mazatlán, Sinaloa y Catorce, San Luis Potosí.

La explanada Ogarrio, del Pueblo Mágico Real de Catorce y la explanada Estación Catorce, de la cabecera municipal, serán las sedes donde la realeza del Carnaval Internacional de Mazatlán, artistas del Ballet Folklórico del Instituto de Cultura, dirigidos por el Maestro Javier Arcadia, representarán a Mazatlán y darán una muestra del porqué la máxima fiesta del puerto es considerada como el mejor carnaval de México.

Javier Arcadia, director del Ballet Folclórico, indicó que asistirán a esta festividad gracias a la invitación que recibieron de parte de las autoridades del municipio de Catorce, Juan Francisco Javier Sandoval Torres, presidente municipal, y de José Barbosa, director de Cultura de Catorce.

“Va un gran espectáculo de Carnaval, iniciamos con “Costumbres y tradiciones de Sinaloa”, terminamos con “Fiesta del Carnaval”, vamos a promover el Carnaval Internacional de Mazatlán, lo hacemos con mucho orgullo, llevamos fiesta, cultura y tradición, para nosotros es un privilegio representar a Mazatlán a nivel Nacional e Internacional”, dijo Javier Arcadia.

Para esta ocasión la representación de Mazatlán será una comitiva con reinas del Carnaval Internacional de Mazatlán, 32 artistas del Ballet Folclórico, entre otros invitados.
Sede

Real de Catorce, San Luis Potosí, es un pueblo mágico con una rica historia minera y una fuerte conexión con la cultura huichol. Fue fundado en 1779, alcanzó su auge como importante centro minero de plata, llegando a ser uno de los principales productores a nivel mundial.

Entre sus atractivos turísticos está el Túnel de Ogarrio, único en su tipo en el país, el cual es la única vía de acceso al Pueblo Mágico de Real de Catorce, además de la Parroquia de la Purísima Concepción, la Iglesia de Guadalupe, la Casa de la Moneda y el Pueblo Fantasma, además de paisajes desérticos y su conexión con la cultura huichol.

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Iván Silva, crear y compartir desde el movimiento, un futuro que se danza

Desde Mazatlán, ciudad en la que el arte y el mar confluyen con intensidad, Iván Silva, egresado de la Generación XXIII de la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán (EPDM), proyecta su horizonte profesional con entusiasmo, compromiso y una profunda claridad, hacer de la danza una forma de vida sostenible, sensible y transformadora. A escasos días de su graduación, Iván no habla del cierre de una etapa, sino del inicio de un camino fecundo, vibrante y lleno de posibilidades creativas.

Su primera parada en este nuevo andar lo vincula directamente con dos proyectos guiados por el maestro Víctor Manuel Ruiz, – co fundador de la compañía Delfos Danza Contemporánea y co fundador de la EPDM junto con la maestra Claudia Lavista- en el marco del sistema de becas de creación.

En ambos proyectos, Iván se involucra como intérprete, pero su interés va más allá de la ejecución, desea comprender a fondo el proceso coreográfico, las dinámicas de producción profesional y, sobre todo, seguir creciendo como intérprete-creador. Esta búsqueda por comprender el lenguaje escénico desde su germen creativo refleja el sello que la EPDM ha sembrado en sus egresados, artistas pensantes, comprometidos con la construcción de significados a través del cuerpo.

Pero la vocación de Iván no se limita al escenario. Su interés en la docencia lo ha llevado a explorar metodologías pedagógicas desde la improvisación, el juego y el movimiento acrobático, en un enfoque que privilegia el goce y el descubrimiento en la danza.

Actualmente imparte clases en el estudio Escena 13, donde busca que sus alumnas y alumnos se reconozcan desde el movimiento, y encuentren en él una herramienta de libertad, expresión y bienestar.

En paralelo, Iván ha impulsado junto a colegas de su generación el proyecto escénico La Banca Vagabunda, una propuesta que surgió en 2024 con el afán de crear piezas a partir del juego, el pensamiento colectivo y la experimentación. El proyecto no solo ha tenido presencia en foros y espacios alternativos de Mazatlán, sino que ha evolucionado hacia una plataforma colaborativa donde artistas de diversas disciplinas, especialmente de la danza, comparten su trabajo audiovisual y escénico.

Su visión como egresado es clara, dar continuidad a este laboratorio de creación y convertirlo en un puente que conecte a artistas de distintos orígenes, generando espacios de libertad, colectividad y producción artística.

Iván Silva representa a una nueva generación de egresados de la EPDM que no esperan a ser contratados o llamados, crean sus propios espacios, construyen sus redes, y entienden el arte no solo como espectáculo, sino como forma de vida, pedagogía, comunidad y posibilidad de futuro. En tiempos de incertidumbre, sus pasos marcan una certeza, el arte es un camino posible y necesario. Y en su caso, ese camino se baila.

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Casa del Marino, de refugio de marinos a recinto de memoria

Ubicada frente al océano que tantas veces ha visto partir y regresar embarcaciones, la Casa del Marino en Mazatlán guarda en sus muros la historia silenciosa de quienes viven y trabajan en el mar. Fundada en la década de los 40, esta emblemática construcción fue, durante más de cinco décadas, un hogar de paso para los marinos mercantes que arribaban al puerto tras largas jornadas de navegación.

Una placa conmemorativa da testimonio del inicio de su construcción:

“Siendo Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos el C. Gral. de División Manuel Ávila Camacho, y Secretario de Marina el C. Gral. de División Heriberto Jara Corona, se inició la construcción de este edificio para la ‘Casa del Marino’ el 13 de junio de 1944 y se inauguró el 1º de junio de 1946.”

Esta inscripción no sólo consigna una fecha, sino que honra una visión de país que, incluso en tiempos difíciles, entendió la importancia de dar dignidad a sus trabajadores del mar.

Al hablar sobre la defensa y transformación de este espacio que tiene entre otras figuras clave a los Capitanes de Altura: Iván Hubbard Rentería (+) , Felipe de Jesús Hernández Ascencio, Mario Velázquez Salazar, y Carlos Angulo, éste último recuerda con firmeza y emoción el propósito original del lugar: “Como su nombre lo indica, la Casa del Marino era una casa para alojamiento de marinos que venían en tránsito”.

La Casa del Marino ofrecía doce habitaciones —algunas destinadas a oficiales y otras al personal subalterno— con alojamiento seguro, digno y de bajo coste, e incluso un pequeño desayuno.

“Aquí se alojaron inclusive almirantes de la Armada de México. Era un recinto con categoría de hotel de buen nivel, más que digno”, rememora el capitán.

En una época en la que los marinos podían pasar hasta un año completo a bordo antes de obtener vacaciones, este espacio era un respiro entre travesías largas y exigentes. Aunque su capacidad era modesta —albergaba entre veinticinco y treinta personas—, su valor era incalculable, era el único sitio diseñado específicamente para cuidar de quienes surcan los mares.

Pero los tiempos cambiaron, y con ellos, la funcionalidad del recinto. A finales de los años 90, al cesar los subsidios que la mantenían activa, la Casa del Marino cerró sus puertas y cayó en el abandono. Lo que pudo haber sido una pérdida irreparable se transformó gracias a la lucha decidida del Patronato Pro Restauración de la Casa del Marino.

“Seguimos luchando hasta lograr que no la destruyeran y que la reconstruyeran. Y este espacio es para Mazatlán, no precisamente para los marinos”, afirma con orgullo.

Esa resistencia encontró eco en el gobierno federal, que destinó cerca de 93 millones de pesos para su rescate y rehabilitación, incluyendo la museografía y la recuperación del histórico Fuerte 31 de Marzo. Hoy, la Casa del Marino renace como museo, un espacio donde cientos de visitantes pueden conocer la vida de los hombres que conviven con el mar.

Una de las habitaciones del personal subalterno se conserva tal como era, ofreciendo un vistazo tangible a la cotidianeidad de quienes ahí se hospedaban.

Convertida en un sitio de divulgación cultural y memoria histórica, la Casa del Marino no sólo honra al marino mercante, honra el espíritu de resistencia, dignidad y servicio. De ser un refugio modesto, ha pasado a convertirse en un monumento vivo que narra las historias del mar y sus hombres, y que Mazatlán orgullosamente ofrece como testimonio de su identidad portuaria.

Museo Casa del Marino abre sus puertas de martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas. ¡Entrada gratuita!

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Mariana Constantino, cuando la danza se convierte en visión, lenguaje y destino

Desde Torreón, Coahuila, Mariana Constantino llegó a Mazatlán impulsada por un deseo claro, profundizar su entrenamiento en danza contemporánea, abrir su cuerpo a nuevos lenguajes de movimiento y encontrar, en ese proceso, una voz auténtica dentro del arte. Hoy, tras culminar su residencia y egresar de la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán (EPDM), Mariana no solo ha transformado su técnica y pensamiento artístico, sino que ha descubierto una forma de habitar el mundo a través del arte en movimiento.

Mariana es una creadora que ve en la danza mucho más que una disciplina escénica. Para ella, es medio de expresión, lenguaje poético y camino de vida. Y así lo demuestra con la solidez de sus ideas y la claridad de sus objetivos.

En la EPDM —escuela reconocida por su programa riguroso y profundamente contextualizado—, Mariana Constantino encontró no solo la formación técnica que buscaba, sino un entorno fértil para expandir su visión artística y entender su papel como generadora de discursos desde el cuerpo.

Uno de sus proyectos más destacados es el taller “CONTRA-PUNTO”, nacido dentro de la materia de Composición Coreográfica impartida por el maestro Víctor Manuel Ruiz. Esta propuesta parte de la exploración del jazz como técnica matriz, pero avanza hacia una búsqueda más profunda, una poética corporal que incorpore herramientas de la danza contemporánea para generar un discurso sensible, resonante y actual. Mariana sueña con llevar este taller por distintos escenarios de México e incluso fuera del país, acercando esta experiencia de creación a diversas comunidades y artistas.

Además de su enfoque pedagógico, Mariana Constantino desea retomar su labor como coreógrafa, creando montajes de danza contemporánea para colectivos, instituciones, festivales y espacios alternativos. Su capacidad para articular ideas coreográficas en colaboración con otros creadores ha sido parte fundamental de su formación, y hoy se proyecta como una creadora integral que sabe conjugar dirección, composición y sensibilidad escénica.

Mirando hacia el futuro

Mariana también planea fundar una productora que articule múltiples propuestas creativas, talleres, shows, encuentros de danza, residencias y más. Su visión, es clara, crear un espacio donde el movimiento y la creación colectiva sean motores de humanidad, lugares donde la danza no solo se vea, sino que se viva y transforme.

La historia de Mariana Constantino es un ejemplo del impacto transformador de la EPDM, institución que continúa formando artistas capaces de pensar, sentir y crear desde una mirada comprometida con su tiempo. Mariana es el reflejo de una generación que entiende que la danza no termina en el escenario, sino que se expande hacia la educación, la comunidad, la colaboración y el pensamiento crítico.

Con voz propia, con técnica sólida y con sueños en movimiento, Mariana camina hacia un futuro donde el arte será siempre su brújula. Y lo hace con la certeza de que el cuerpo también es territorio, y que desde el, se puede construir un mundo más sensible, justo y vivo.