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Con un dramático estreno de “Los Peces Pardo”, el CMA despide a la décima generación de Actores

En medio de una ovación de pie en el Teatro Ángela Peralta, maestros y público despidieron a la décima generación de la Carrera Técnica en Arte Teatral. Estos jóvenes talentos sellaron su noche de graduación con el emotivo estreno de la obra “Los Peces Pardo”, una pieza que no solo proyectó un mensaje de unidad y esfuerzo, sino que también deslumbró por su talento y capacidad para hacer buen teatro.

Fue una noche inolvidable en la que Alonso Caro, Juliana Campis, Yareli Michelle, Oscar Castro, Fernando Osuna, Emmanuel García, Diana Parker y Bela Maack dieron vida a los complejos personajes de esta obra. Escrita por el dramaturgo Manolo Díaz, quien se inspiró en anécdotas escolares de los propios graduados, “Los Peces Pardo” se reveló como una joya escénica, dirigida con maestría por el maestro Ramón Gómez Polo.

Al finalizar la conmovedora puesta en escena, se llevó a cabo la ceremonia de clausura, un evento encabezado por la maestra Liliana Aréchiga, directora Educativa del CMA.

La maestra Aréchiga entregó los reconocimientos a los graduados, exhortándolos a perseguir sus sueños, a convertirse en embajadores de su alma máter y recordándoles que las puertas del Teatro Ángela Peralta y de la institución siempre estarán abiertas para su regreso.

Un vistazo a “Los Peces Pardo”

“Los Peces Pardo” sumergió al público en una trama intensa y psicológica durante 90 minutos, manteniendo a los asistentes al filo de sus butacas en el Teatro Ángela Peralta. Los personajes, interpretados magistralmente, fueron: Julio (Oscar Castro), Crista (Bela Maack), Zoe (Diana Parker), Eleonor (Yareli Michelle), Dr. Crawford (Emmanuel García), Jefe de campamento (Fernando Osuna), Abogado (Alonso Caro) y Miriam (Juliana Campis).

La historia se desenvuelve en torno a Miriam, quien comete un acto inesperado al quitarle la vida a su hermano Julio. Este último había sufrido durante años de problemas mentales, oscilando entre la alegría, el aislamiento, la ira y, finalmente, la violencia. Incapaz de soportar la situación y en un desesperado afán de protegerse, Miriam comete el crimen.

En su juventud, Julio había asistido a un campamento donde conoció y se enamoró de Eleonor. Juntos, forjaron una amistad con Crista y Zoé, prometiendo estar unidos en las buenas y en las malas. Sin embargo, esta promesa se vio trágicamente truncada tras el ataque de Julio al Dr. Crawford, un médico ingenuo que no percibió el peligro inminente y perdió la vida.
Con el paso del tiempo y las discusiones que siguieron, Crista y Zoé terminaron recluidas en un manicomio. En ese lugar, la deteriorada percepción de la realidad las llevaba a ver constantemente la llegada de sus amigos al lago cercano.

Tras su crimen, Miriam es detenida y recibe visitas constantes de su abogado, quien solo le ofrece dosis de esperanza mientras escucha los motivos que la llevaron al sangriento desenlace. La situación de Miriam alcanza un límite y confiesa que su condición mental era una herencia de su padre, quien se había quitado la vida debido a la enfermedad de Julio.
Por su parte, el Jefe del campamento tiene un desenlace menos trágico que el resto de los protagonistas. Al ser inocente de los crímenes, no es detenido ni recluido, a pesar de padecer el síndrome de Cotard, una rara condición mental que lo hacía creerse sin vida. No obstante, un fuerte dolor de tripas, provocado por la falta de comida, lo trae de vuelta a la realidad.

Comentarios y Reconocimientos

Manolo Díaz, autor de la obra, calificó este trabajo como un verdadero reto y un placer, especialmente porque los alumnos le pidieron escribir la pieza en su honor, utilizando sus propias anécdotas personales. Díaz considera que el resultado fue extraordinario y que esta noche fue, sin duda, la primera de muchas grandes noches para los graduados, quienes poseen el talento para triunfar tanto en Mazatlán como fuera de la ciudad.

“Fue un reto como autor, porque no tengo textos con personajes tan amplios, y además me pidieron que rompiera un poco con mi estilo de hacer dramaturgia. Fue muy satisfactorio tener un texto especial para ellos. De esta obra y de ellos, me llevo un amplio aprendizaje como docente y como actor”, declaró Manolo Díaz.

Alejandra Quintanilla, coordinadora de la Carrera Técnica en Arte Teatral, consideró que la función fue maravillosa y coronó el esfuerzo, la dedicación y la disciplina que los estudiantes demostraron durante tres años.

Destacó a este grupo como “revolucionario”, ya que gracias a su ímpetu, lograron generar cambios en la manera de enseñar por parte del cuerpo docente.

Créditos de Producción

Con una producción del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, los graduados aplicaron los conocimientos adquiridos durante sus tres años de formación.
Protagonizaron una historia con
interpretaciones de alta calidad, música compuesta por algunos de los estudiantes y el apoyo visual de un videoclip utilizado durante la función.
La obra incluyó la interpretación de la pieza “Los Peces Pardo”, una composición de Oscar Castro y Mar Luna, con letra musical del maestro Luis Ornelas en colaboración con Castro. La talentosa Yareli Michelle fue la voz que dio vida a este hermoso tema.

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“Me nace del corazón” un homenaje con causa que honra a Juan Gabriel y a la fuerza del amor familiar

El martes 25 de junio, la Casa Haas se llenó de emoción, nostalgia y esperanza con el concierto con causa “Me nace del corazón”, una velada artística organizada por la talentosa estudiante del Centro Municipal de las Artes, Lizbeth Alejandra Osorio Carrizales, en homenaje al legado musical de Juan Gabriel y como acto de amor hacia su abuela, quien atraviesa una nueva etapa en su lucha contra el cáncer.

Con el valioso respaldo de los maestros Eduardo Tapia y Silvia Flores, así como del Instituto de Cultura, Lizbeth concibió este espectáculo como una ofrenda artística profundamente personal:

“Desde niña, mi abuelita me inculcó el respeto y amor por nuestras tradiciones mexicanas. Estas canciones han acompañado nuestras vidas, y quise rendirle un tributo desde el escenario, narrando con música los momentos felices y también los más oscuros que hemos vivido.”

El repertorio fue una celebración del alma popular mexicana, dividida en dos actos e integrada por 17 temas emblemáticos del “Divo de Juárez”, entre ellos “Buenos días señor Sol”, “Caray”, “Noa Noa”, “Popurrí”, “Así fue” y “Amor eterno”, que provocaron ovaciones y lágrimas del público asistente.

Participación artística
El concierto reunió a alumnos de la carrera técnica en Arte Teatral del CMA y del Estudio Vocal Voce, quienes con pasión, compañerismo y entrega hicieron vibrar cada rincón de Casa Haas.
Participaron del CMA:
Alonso Caro, Ángel Flores, Bela Maack, Diana Parker, Fátima Pinto, Gaby Ramírez, Giselle A. Rosas, Lizbeth Carrizales, Yareli Michelle.
Del Estudio Vocal VOCE:
Daniela Cortés, Fátima Álvarez, Jorge Luna, Martin Irigoyen, Regina Walter, Ángel Vázquez.

La atmósfera del evento fue de profunda conexión emocional. El compañerismo entre los estudiantes y la guía de sus docentes se sintió en cada interpretación. La misma Lizbeth expresó, visiblemente emocionada tras la primera función:

“Estoy muy agradecida por el trabajo de mis compañeros y por el apoyo de mis maestros. Me siento feliz, nerviosa y conmovida, pero sé que la segunda función será aún mejor. Gracias a todos por venir y por apoyar esta causa tan importante para mí.”

Un legado eterno
El homenaje fue también una celebración de la obra de Juan Gabriel, cuyas letras han sido refugio y espejo del pueblo mexicano. Su legado sigue vigente, cantado por nuevas generaciones que encuentran en sus melodías una manera de nombrar el amor, el dolor, la esperanza y la gratitud.
En “Me nace del corazón”, la música fue puente, abrazo y promesa. Un acto de arte con sentido, que recordó que los escenarios también son lugares para sanar, agradecer y unirnos por amor.

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Con la historia del Titanic: La tragedia inmortal concluyen los festejos del Día de la Marina

Con la conferencia “Titanic, la historia intermidable: Génesis de la seguridad marítima”, concluyó el Festival del Mar 2025 en el marco de los festejos del Día de la Marina.

El Museo Casa del Marino fue el punto de reunión de marinos, personal educativo, invitados especiales y público en general para escuchar la historia de lo que prometía ser el viaje más seguro y lujoso de su época y terminó en una de las tragedias marítimas más recordadas del mundo.

La conferencia efectuada el 25 de junio “Día Internacional de la Gente de Mar” fue organizada por la Capitanía de Puerto a cargo de Luis Barreiro Varela en colaboración con el Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán que dirige Raúl Rico González.

La exposición de los hechos estuvo a cargo del Capitán Mario Velázquez Salazar y el Capitán Carlos Angulo Hernández.

En su intercalada exposición acompañada por fotografías ambos destacaron que el majestuoso transatlántico, fruto de la ingeniería más avanzada de su época, se convirtió en sinónimo de lujo y grandeza, pero también de tragedia y lecciones aprendidas en la navegación.

Recordaron que la fatídica noche del 14 de abril de 1912, mientras el Titanic avanzaba a gran velocidad, los vigías avistaron un iceberg a una distancia crítica. Fue un momento que cambió el rumbo de la historia. El primer oficial William McMaster Murdoch, al recibir la alarma, ordenó detener las máquinas y girar a babor (hacia la izquierda), esperando que el barco pudiera evitar el impacto. Sin embargo, el iceberg se encontraba a solo seiscientos metros y, aunque se tomó una acción rápida, fue insuficiente. El impacto fue inminente.

En su participación los conferencistas narraron que los operadores de telegrafía inalámbrica del Titanic, Jack Phillips y Harold Bride, el día de la tragedia se hallaban en medio de un colapso de trabajo. A pesar de recibir advertencias sobre icebergs de otros barcos, la intensa carga de mensajes que transmitían a los pasajeros hizo que no prestaran la debida atención a las advertencias que podrían haber salvado vidas. Al final, el capitán Edward John Smith tampoco recibió la información necesaria sobre las condiciones del mar, lo que contribuyó a la tragedia.

El naufragio del Titanic trajo consigo preguntas profundas sobre la seguridad marítima. Las investigaciones posteriores revelaron que el acero utilizado en la construcción del barco contenía un alto porcentaje de azufre, lo que lo hacía más frágil en aguas heladas, comentó el Capitán Velázquez.

Esto, junto con la falta de suficientes botes salvavidas y el diseño del barco, que priorizaba la estética sobre la seguridad, se convirtieron en lecciones de gran importancia, añadió el Capitán Angulo.

Como consecuencia de esta catástrofe, se convocó la primera convención sobre seguridad de la vida en el mar en 1913, dando lugar al nacimiento del Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS). Este conjunto de regulaciones buscaba mejorar las prácticas de seguridad en la navegación y garantizar que incidentes como el del Titanic no volvieran a ocurrir.

En el contexto de esta charla sobre el Titanic, se habló de la importancia de las lecciones aprendidas, pues la tragedia no solo se asocia con la pérdida de vidas, sino también con la necesidad de reformas significativas que continúan influyendo en la construcción y operación de los barcos modernos.

Hoy, a más de un siglo de esa noche fatídica, el Titanic nos recuerda que el conocimiento y la preparación son esenciales en la navegación. La historia de este legendario transatlántico no solo es una lección de historia, sino también una advertencia sobre la arrogancia humana frente a la naturaleza. La búsqueda de respuestas sobre el Titanic y su legado continúa, y es nuestra responsabilidad honrar las memorias de quienes perdieron la vida al aprender de sus errores, coincidieron los expositores.

La clausura estuvo a cargo del Capitán de Puerto, Luis Barreiro.

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Concluyen primer curso de fotografía de danza clásica

En un ambiente de gratitud y entusiasmo se entregó reconocimientos a los participantes en el Curso Inicial de Fotografía de Danza Clásica impartido por el maestro Iván Lizárraga en la Escuela Municipal de Ballet Clásico del Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán. El taller combinó la fotografía con el ballet y brindó una experiencia única llena de aprendizaje práctico y apreciación artística.

Recibieron reconocimientos: Lorena Marie Gamero Moutret, Yareli Delgado Vizcarra, David Gustavo Quevedo Alvarado, Andrea Alcalá Macías, Fanny Renata Valenzuela Sánchez y Montserrat Amairani Cuéllar Arámburo.

El evento estuvo presidido por el Director General del Instituto de Cultura, Raúl Rico González; Abril Márquez, directora artística de esta paramunicipal, Zoila Fernández Fernández, directora de la Escuela Municipal de Ballet e Iván Lizárraga, tutor del curso.

En su mensaje Iván Lizárraga agradeció a CULTURA por apoyar esta iniciativa que agrupa a la primera generación de fotógrafos egresados del Curso de Fotografía de Danza Clásica y adelantó que la puerta está abierta para desarrollar futuros proyectos e incluso montar exposiciones que destaquen el esfuerzo colectivo y el aprendizaje adquirido a lo largo de esta capacitación.

En su mensaje Raúl Rico agradeció a Iván por su compromiso y dedicación al impartir las clases y a quienes tomaron el taller fotográfico por su capacidad para capturar las emociones y momentos que la danza y el arte nos ofrecen.

El director general de Cultura destacó que la habilidad de diseccionar lo que ocurre en escena es un privilegio raro y valioso, que cada uno de los alumnos tuvo la oportunidad de desarrollar durante el taller de fotografía.

Mas que recibir un certificado, reciban un reconocimiento por su dedicación al estudio de la fotografía y nuestra invitación a seguir aprendiendo, expresó el funcionario municipal.

Después, cada participante compartió las experiencias vividas durante las clases desarrolladas en las aulas de la EMBC.

Al externar su opinión sobre lo aprendido en el taller de fotografía, la mayoría de los participantes coincidió en que a pesar de los miedos iniciales, durante el curso cada uno adquirió más confianza y se siente preparado para enfrentar nuevos desafíos en la fotografía. Destacaron que la retroalimentación sobre las fotos tomadas ayudó a mejorar sus técnicas.

La maestra Zoila Fernández destacó que el taller ofreció una visión privilegiada del arte en movimiento y además de mejorar las habilidades fotográficas, ayudó a comprender la importancia del entorno teatral (conocimiento de la obra, iluminación, escenografía) para mejorar la captura de cada movimiento.

Finalmente los participantes fueron invitados a seguir asistiendo a los eventos de danza y a espectáculos de todas las expresiones artísticas para que desarrollen un “ojo atento”, observen y aprendan de las actuaciones en vivo, pues la práctica constante permitirá su crecimiento profesional en la fotografía.